martes, 24 de mayo de 2011

De la página dedicada al pensamiento sobre Cuba

Un alto en el camino...Del feligrés y la Trinidad

Pareciera irrisorio que a solo unas horas de publicadas las palabras anteriores, en su modesta intención, llegara a mis conocimientos un hecho lamentable, del que solo el arte es víctima en persona de uno de los más carismáticos y talentosos pintores contemporáneos. La Casa-Taller Pedro Pablo Oliva cierra sus puertas, y con ellas, todo una historia de trabajo continuo y consciente en el que solo el arte supuso protagonismo.

 (http://www.casatalleroliva.org/index.php/articulos/pronunciamiento-de-la-casa-taller-pedro-pablo-oliva-a-proposito-del-cierre-a-partir-del-14-de-mayo-de-2011 y http://www.pedropablooliva.com/home.php).

¿Por qué? No pretendo hacerme eco de las declaraciones del propio artista-muy concisas en su empeño-, pero sí atisbar lo que supone el paradigma de ''fidelidad'', para el ''isleño''-y aquí aclaro, como muy bien expresara Pedro Pablo, que no es solo el de Malecón adentro-. 
Estos años nos han pasado factura a lo grande, y hemos modificado nuestro-¿o debo decir nos han?-vocabulario en cuestiones vitales de la sociedad. Hemos cambiado Patria por Revolución-la del 59-, hemos trucado partido y estado en una especie de quimera inamovible; hemos confundido la unanimidad por consciencia; hemos hecho del pueblo, tan llevado y traído en discursos, estado, como si por ley ambos debieran andar juntos de la mano adonde quiera que nos llevase el derrotero. Y hemos dado a la palabra fidelidad el matiz religioso del catolicismo-con perdón de lo feligreses, cuya creencia respeto-perdiendo el criterio de que fidelidad, ante todo significa confianza, y esta significa actos que la sustenten. 
Siempre, en el discurso político cubano, se nos aúpa a tener confianza y ser fieles al partido, y por extensión , al Estado. Y para ''ponerle la tapa al pomo'', encumbramos tal semántica en la Constitución. Ponemos a la vanguardia de la dirección del país al partido único, presuponiendo que a lo largo de los años, aún cuando no incluya sino a una pequeña parte de la población, seguiría representando realmente cada uno de los intereses de los sectores de la sociedad, dándole el poder del cubano ''de a pie'' para controlar y fiscalizar sus propios pasos. El estado se fusionó con el partido único, y habló en su nombre desde entonces, olvidando acaso, que son los pueblos, los ciudadano, los que tienen el derecho de hablar en su propio nombre. Y el socialismo, vino a ser la única alternativa posible, para una sociedad que enmudece de a poco, y encierra en las endebles fronteras de la ideología-o al menos eso han intentado- lo más importante: la libre determinación individual y social y el humanismo. 
¿Por qué se jactaron en criticar la teoría del fin de la historia, si no ven otra alternativa que el socialismo ''cubano''?
Y enredados en esta telaraña urdida por años, construyendo el paradigma del Partido-Estado-Socialismo como la santa trinidad, al isleño se le arenga a tener confianza, ser fiel a sus principios y su historia, trayendo constantemente el pasado como sustento del presente y un futuro incierto. Nos enseñaron a mirar atrás, y caminar a ciegas, confiados en que esa suerte de panteón nos guíe. 
Y entonces, salirse de este esquema de la trinidad, no ir a misas, o no rezar antes de acostarse porque el día siguiente logremos caminar así sea uno pasos, se convierte en el típico sacrilegio del feligrés que solo quiere una Isla mejor, con su cultura rica en demasía, su bonanza y su sabor caribeño. Se nos mira, precisamente desde esa trinidad, aunque digan lo contrario, como la oveja descarriada al amparo de los lobos, unos ciertos, otros...solo fantasmas. 
Pero lo peor de la trinidad no es su existencia en sí, es la manera que ha calado en el alma del isleño, cegándole de ver mucho más allá, como por años los cubanos han sido capaz de ver. Se nos ha secuestrado el pensamiento, dejándonos solo la inercia del impulso del 59. Y si hay algo que ha escapado siempre de tal inercia, es el arte verdadero, e que se impone más allá de sus fronteras didácticas e introvertidas. Ejemplos sobran a la largo del camino. Piedras, otras rocas, con las que parece que tropiezan una y otra vez en el empeño de mantener la fusión monolítica de la trinidad. 
Por eso, al conocer lo sucedido con la generosa idea del pintor, no solo molesta y irreverencia al pensamiento libre, del ateo político y socialmente comprometido, sino también exonera de tal ''fidelidad'' religiosa, y compromete, aún más, a la fidelidad humana, a la que verdaderamente une sin inmovilizar.
Pero, el arte seguirá, como fuere necesario; sobrevive a todo y a todos. El fin, es el comienzo cada vez que el pensamiento se materializa en una simple pincelada al azar. 


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